Este es un libro revolucionario y tal vez llamado a hacer historia.
En primer lugar por su argumento, que revela, a través de una intriga apasionante, el peligro que significa para las generaciones futuras el hecho de que se esté extrayendo petróleo a diez mil metros bajo el mar y bajo el fondo marino. Las técnicas de perforación aún no se encuentran suficientemente capacitadas para hacerlo, tal como demuestra el reciente incendio de la plataforma Deepwater Horizon en el Golfo de México, y que ha provocado la mayor catástrofe medioambiental que se recuerda. Por desgracia, esas catástrofes se repetirán cada vez más a menudo.
Y en segundo lugar porque tras quinientos años de editar libros, el autor ha caído en la cuenta, tal como señala uno de los personajes de la novela, de que se pueden imprimir de una forma más sencilla, más cómoda, más práctica y menos costosa, ahorrando la tercera parte del papel y el peso sin reducir el tipo de letra.
Ello propiciará que se tengan que cortar solo la tercera parte de los árboles destinados a producir ese papel, lo que redundará de forma muy importante en la preservación de los bosques del mundo.
Tal vez el día de mañana alguien se sienta orgulloso por el hecho de tener en su biblioteca la primera edición del primer libro que se editó de una forma distinta.
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa nació en 1936, el año en que empezó la guerra civil española. El principio de su vida está marcado por esa circunstancia histórica, pues su padre, sus tíos y su abuelo fueron encarcelados o deportados. A esta tragedia se une otra personal: en 1949 fallece su madre, y él, con trece años, es enviado con sus tíos al Sáhara, donde pasará el resto de su infancia y adolescencia.
La vida en el desierto, sus habitantes y su dureza le marcan en todos los sentidos. En 1954 vuelve a Santa Cruz de Tenerife, donde completa el bachillerato y decide estudiar periodismo en Madrid. Paralelamente a sus estudios logra una plaza como profesor de submarinismo en el buque-escuela Cruz del Sur, lo que le ocupará durante dos temporadas: 1957-1958. En enero de 1958 dirige el equipo de buceadores que rescata los cadáveres del fondo del lago de Sanabria, adonde han sido arrastrados por la rotura de una presa.
Al acabar la carrera viaja a África Central, de donde vuelve con grandes reportajes que publica en el prestigioso semanario Destino. Tras varios años como corresponsal viajero de la citada revista, empieza a trabajar como enviado especial para La Vanguardia y para Televisión Española, cubriendo los conflictos bélicos más importantes de la época.
Poco a poco consigue compaginar sus grandes pasiones y hacer de ellas su modo de vida: la literatura, la aventura, los viajes... Al principio publica libros sobre los lugares lejanos y en cierto modo exóticos que conoce como periodista (África encadenada, La ruta de Orellana, Galápagos...), pero pasando los años empezará a publicar también novelas (Manaos, Tierra virgen, Quién mató al embajador...).
El éxito le llega con Ébano y, sobre todo, con Tuareg. Muchas de sus novelas son adaptadas al cine, industria con la que empieza una larga relación, ya que ha sido director, guionista y productor.
Entre sus obras más destacadas también pueden citarse, Sicario, El perro, El señor de las tinieblas, Coltán y las sagasOcéano y Cienfuegos.
En 2010 se alzó con el prestigioso Premio Alfonso X el Sabio con su novela Garoé, de enorme éxito. Con Ediciones Martínez Roca ha publicado, también, El mar en llamas.
La nueva novela de Vázquez-Figueroa es ágil, tiene pulso narrativo y un ritmo descomunal. Es entretenida y envolvente, hay asesinos en serie y mezcla datos reales con datos ficticios. Por ejemplo, se habla de la tristemente famosa plataforma petrolífera Deepwater Horizon, que explotó recientemente, o de Matt Simmons, que dio la voz de alarma sobre varias mentiras que BP y el Gobierno estadounidense dijeron al público.
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